Recorrido Artístico - poema a Lo De Mari
Mientras
el aroma deleitante a pizza te seduce de a poco, tu mente va buscando un lugar para
acomodarse, y en eso podés notar que cada mesa tiene fibrones sobre ellas, invitándote
a que las pilches con tu mejor expresión de arte, para que cada persona que se
siente alrededor de ellas, de alguna manera puedan hacerse parte.
No tardás
en darte cuenta que no es lo único que fue intervenido por manos con ganas de
comunicar, porque ves que cada rincón de ese lugar está sumergido en pinturas que
te dejan admirar ilustraciones que te transportan hacia otro lugar.
El cuadro
de doña Mari es el plus que hace que el ambiente sea mucho más que familiar, te
cuenta que lo que se construyó ahí siempre fue con un combo de impulsos llamados
esfuerzo, amor y amabilidad.
La música
suena y a la par de que elegís qué cenar, te levantas a recorrer un poco más el
lugar.

Al terminar de atravesarlo una puerta abierta a la derecha te invita a jugar, y el metegol que hay dentro que te lleva a viejos recuerdos de una infancia llena de vitalidad.
Tu curiosidad
se incrementa y no podes dejar la última sala sin revisar, y lo más hermoso que
te podes encontrar son paredes llenas de identidad. Al mismo tiempo reflexionas
sobre lo capaces que somos las mujeres si nos dan un pincel, espacio y
generosidad. Además, encontrás el punto de fuga de esa música que tanto te
incitaba a bailar, y mientras esperas que tu pizza esté, te sentas a escuchar.
Volves a
tu lugar y la comida que pediste acaba de llegar, comes, disfrutas y admiras.
Después
de nutrirte de tanto arte y cultura decidís volver a pasear y, convencido de
que vas a volver, te despedís.. y te vas.
0 comentarios