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MUJERES EN LA GRAN PANTALLA



Según ha dejado ver un estudio reciente, en la industria del cine, las mujeres seguimos siendo personas de segunda, ya que los papales más frecuentes para nosotras son el de novia, el de esposa o el de madre. Es decir nuestro valor está determinado por el hombre con él cual nos acostamos, nos casamos o él que parimos.

 Esto sucede en cualquier género cinematográfico pasando por acción, terror, drama y hasta comedia. Cuando el personaje es  el de “la novia de” no llegamos a tener un valor personal, nos  limitan a ser el apoyo del protagonista, o su impulso para que este despierte y empiece su aventura.

 Muchas veces la mujer ni siquiera debe estar viva, uno de los estereotipos más comunes es  el de “la novia desechable” cuyo único rol es ser secuestrada, asesinada o violada, de esta manera le da al protagonista el motivo para comenzar la verdadera aventura, en busca de venganza.  En otros casos “la novia” no es otra cosa que el premio para el protagonista, luego de que este logró una  gran hazaña, así sea preocuparse por los demás y demostrar sus sentimientos, que para el cliché del hombre rudo estos suelen ser grandes desafíos.  En las comedias o dramas “la novia” tiende a ser quien ayuda al protagonista en su proceso de aprendizaje y madurez, ejercicio que podría lograr yendo al psicólogo.

 Ya sea como víctimas, premios o soporte emocional “la novia de” no es otra cosa que un recurso machista el cual nos representa como objetos sexuales, trofeos o psicólogas no pagas. Creo está claro que las mujeres no tenemos como único objetivo el de enamorarnos y apoyar a nuestro, hombre, nuestra vida va mucho más allá de eso, y tampoco estas acciones determinan nuestro valor. Uno de los grandes problemas de estas figuras es que no son mujeres reales sino personajes planos que podrían ser reemplazables fácilmente con un perro, por dar un ejemplo. Nosotras también necesitamos y queremos referentes reales en el cine.

De igual manera esta concepción de la mujer no va a cambiar mientras los guionistas, directores, productores, etc. continúen siendo una amplia mayoría de hombres. Si bien hay un pequeño cambio se ven hoy en cartelera muchos personajes femeninos protagónicos a los cuales admirar, muchos siguen siendo creados por hombres lo cual, claro, no está mal. Pero si realmente nos queremos ver reflejadas en la gran pantalla necesitamos participación no sólo como actrices si no como guionistas, directoras y productoras, no limitarnos a vestuaristas y maquilladoras. Debemos ser nosotras quienes escribamos las historias. Porque nadie puede contar como somos mejor nosotras mismas.


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