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“EL GRAFITTI FUE UNA HERRAMIENTA DE SUPERACIÓN Y CONTENCIÓN”

Casa Chaco Stylo, es la primera casa dedicada a la cultura hip hop, en nuestra región, allí, con mates listos, me espera Cristian Ice para charlar de su trayectoria de 22 años en esta cultura, de cómo era hacer grafittis previo a la era de la comunicación, sin muchas posibilidades y cómo evolucionó hasta el día de hoy. Y lo que principalmente queremos saber, la vida de un artista callejero. 

¿Cuál fue tu primer acercamiento al arte? 
Creo que fue en el jardín a los 5 años, expresarme ahí, donde me daban la posibilidad de hacer lo que yo tenía ganas. También tenía un tío, que me hacía dibujos grandes en papel para mis cumpleaños, yo lo admiraba mucho y quería ser como él. Siempre dibujé, y siempre fui apoyado por mis padres, que me llevaban a talleres y bellas artes. 

¿Y al grafitti como lo conociste? 
Lo conocí porque bailaba breakdance, en el 97, en esa época, esas cosas sólo las veíamos en películas o video clips, y había cosas pintadas atrás, eso me gustaba, pero no sabía que era grafitti 

¿Cuándo comenzaste a pintarlos?  
Un año después, y con mi grupo empezamos a pintar el nombre de nuestro grupo, nos juntábamos en la casa de alguno y pintábamos. 

Entonces para aprender a pintar grafittis, te mandaste... 
Sí, porque la información era escasa, hacer un grafitti era instintivo, casi primitivo, veíamos que se pintaba con aerosol, pero no teníamos plata para eso, y pintábamos con pinceles. Y acá no había otras personas que hagan eso, nunca vimos un grafitti. 
En los 2000 empezó a llegar más información, unos pibes trajeron revistas de Brasil, eso fue mucho para nosotros, descubrimos colores, letras, en Brasil estaban mucho más adelantados, también había revistas de España que para nosotros era oro puro. Así aprendimos mucho más. Recién en ese momento, 2003 empezamos a salir de nuestro barrio. 

¿Cómo elegís los lugares donde hacer grafittis? 
Cuando éramos chicos era pintar donde estábamos al pedo, esa era la onda. Después muros vistosos, donde pasan los colectivos, las avenidas principales, igual te hablo hace mucho tiempo, porque ahora no se pinta tanto.  

¿A la hora de pintar hay alguna paleta de colores a seguir o lo elige cada persona que pinta? 
El tema de los colores, tiene mucho que ver de dónde somos, en Chaco no había colores muy lindos que acá no había, nosotros teníamos que armarlos con lo que conseguíamos en la ferretería, era todo muy precario. Recién en 2007 llegó una marca de aerosoles a Argentina, fui a Buenos Aires a comprar, en ese momento pude pintar con los colores que quería. 

¿Cuáles son esos colores que elegís? 
Me gustan los colores vivos, alegres, son un juego. Creo que quienes ven mis grafittis van a ver que siempre uso colores pasteles. 

¿Para pintar grafittis hay alguna técnica en particular o vos tenes una? 
Es algo que se va desarrollando, yo aprendí con las revistas, pero después llegó YouTube, igual la mejor forma de aprender fue viajar. También en eventos donde vienen muchos grafiteros de distintas partes, se generan intercambios super ricos, se comparten las técnicas. Eso es algo propio del hip hop, compartir el conocimiento. Es como una escuela, pero en la calle, donde tenes que dedicarte y estudiar. Igual la mejor forma de aprender es viajando, saliendo de la zona de confort. 


¿Y alguien te califica? 
Sí, hay una calificación, que te da estatus, hay una jerarquía entre nosotros, donde te ganas respeto. Está la gente de la cultura que te dice “qué bueno está esto” y después el éxito de que alguien externo a la cultura aprecie lo que haces está bueno. 

En los viajes que hiciste, ¿podés definir a un lugar como tu mejor escuela? 
Sí, Haití, yo viví allá 3 años, lo que no pinté en 10 años acá, lo hice en 3 años allá, el grafitti en Resistencia no es conocido, pero haya el contexto era diferente. Allá me pedían mucho laburo, podía comprar las latas en el supermercado salían $8. Pero fue práctica, nadie me enseñó. Ahora que volví ya no pinto casi para mí, lo hago más por trabajo. Cuando pinto es cuando viajo. 

¿Y cuándo pintás acá siempre pedís permiso?  
Siendo sincero tuve mi pasado vandálico, porque teníamos información errónea, cuando era chico lo único que buscaba era la fama, la aceptación de la gente de mi edad, creíamos que el grafitti era eso, rayar en cualquier lado. Eso te da satisfacción yo lo disfrute, tiene su adrenalina, pero de chico. Eso se hacía a la noche nos recorríamos toda la ciudad, y era el tipo más feliz del mundo, pero hoy en día no puedo hacer eso.  Y no es la misma satisfacción hacerlo legal que ilegal. No es la misma obra legal que ilegal, la ilegal se llaman bombas, son letras más simples, no está tan bueno. Además, soy mayor no quiero caer en cana, o pagar una multa por eso, ahora tengo otra conciencia, mi satisfacción pasa por que me digan “que lindo mural” por ejemplo. 

Si hablás con los pibes que recién están empezando en la cultura, ¿vos intentás frenarlos?  
No (dice estirando la o y esbozando una sonrisa) les digo que le metan pata, no digo que el grafitti sea sólo eso, pero en eso hay muchísimo aprendizaje. Además, los valores vienen de la casa no les tengo que enseñar eso. 
No les voy a decir “no seas vandal” pero si lo vas a hacer que sea contra el sistema, contra el estado. No la casa de un vecino recién pintada, si sos rebelde fíjate contra quien te estás revelando. 

Vos cuando hacés grafittis ¿Qué intentas transmitir? 
Libertad. Yo me siento así. 
Como te contaba empecé bailando, un amigo en el colegio bailaba breakdance y me pareció re copado y quise aprender, eso fue libertad, porque era salir del ritual de tener que sacar a bailar a una chica, una música que no me gustaba, yo no quería bailar cumbia. Este tipo de danza me sacaba de todo eso. Era introvertido, tenía vergüenza y este amigo me empujó a bailar y perdí la timidez así. Eso fue como terapia.  

Lo mismo me pasó con el grafitti, dibujaba mucho en mi adolescencia, pero me estaba convirtiendo en un ermitaño. Y fue el grafitti lo que me sacó de mi casa y me llevó a la calle, fue una herramienta de superación y contención, todo sin querer. Porque cuando salís a la calle, la onda es chorear o fumar o esas cosas viste. Y el grafitti y también el baile me mantuvieron ocupado y eso fue lo que me salvó de cagarla. 
 Esta entrevista fue sin dudas un viaje, aprender cómo se vive el arte en otros países, fue sumamente enriquecedor e interesante, creo a que a  y todos los lectores nos dejó con ganas de más y porque no de vivir nuestra propia aventura.  
Además de hacernos comprender unos de los más grandes valores del arte, salvar a los pibes de “cagarla” este fue claramente el aprendizaje más grande de esta nota y que todos deberíamos tener conciencia de ellos, el arte y la cultura salvan.

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