A raíz de recientes experiencias vividas y diversos planteamientos, caímos en la conclusión de que como blog Cultural organizado, potenciado y producido por mujeres, sentimos el placer (mucho más que deber) de hablar sobre lo que nos involucra: el feminismo y su lucha… NUESTRA LUCHA.

Algo de lo que nos enorgullece formar parte, algo que impulsa a que proyectos como “Bitácora Cultural” no queden aislados ni marginados por el sólo hecho de ser una gestión hecha por mujeres.

Nuestras madres, abuelas, tías, y hermanas no lucharon todos estos años para que alguien se atreva a decir que el feminismo se puso moda, hoy no hay poder ni persona que pueda desprestigiar sus pasos logrados a través de tantos años ni tampoco a nosotras mismas.

El movimiento feminista ha logrado algo clave para el presente y el futuro de las mujeres, instalar a la igualdad de género como una necesidad urgente en la sociedad. Así lograron que el feminismo no se limite sólo a una cuestión meramente social, sino que también implique involucrar al estado, que por deber tiene que garantizar los derechos ya adquiridos y otorgar aquellos que todavía se nos niegan. Debido a ello, hoy la agenda política de la Argentina está claramente atravesada por la cuestión feminista.

El modelo de autoridad patriarcal que actualmente diversas figuras masculinas de poder como Trump o Bolsonaro pretenden difundir, está camuflado en un concepto pasivo de estructura familiar del siglo pasado. Este concepto predica ciertos valores de unidad y organización según los roles que el hombre determina sobre la mujer y sólo tiene como objetivo el adoctrinamiento y discriminación de la figura femenina; encerradas en casilleros enmarcados por definiciones machistas del rol de la mujer como ama de casa que cumple con criterios confusos de femineidad, y que la presionan para cumplir con su destino particular de mujer: ocuparse de los hijos, la limpieza y la absoluta comodidad del hombre.

Afortunadamente, hoy estas cortinas de mentiras se corren con mayor facilidad de los ojos de las mujeres y todo se vuelve más sencillo de dilucidar: fueron deshumanizadas por años pero ya no más. Y finalmente, este doloroso descubrimiento despierta en ellas un espíritu luchador que desencadena miles de revoluciones que se proyectan en un cambio aún mayor: el feminismo.

Frente a todas esas actitudes machistas, las mujeres continúan con ésta ola revolucionaria que pretende la igualdad. Ante cada golpe contra su imagen de independencia, como la sexualización de sus cuerpos, ellas se seguirán levantando de las cenizas como el ave fénix, fortaleciéndose.

El desprestigio femenino tiene lugar en todos los ámbitos de la vida y un gran ejemplo de ello son las múltiples denuncias en los ambientes laborales; porque si se tomaran el tiempo de escucharlas, tendían noción de la cantidad de mujeres que confiesan haber recibido solicitudes sexuales a cambio de un puesto de trabajo.

A nivel mundial, en los últimos años las mujeres lograron inundar las calles de sus ciudades. Así demostraron que el feminismo es sin dudas un movimiento sumamente poderoso, que amenaza el status quo y los conceptos más anticuados y arraigados de la sociedad.

Hoy, el mundo entero observa cómo a través de algo tan simple como la empatía y la militancia, se logran grandes cosas en lugares impensados, tales como la India, Túnez o China; observan además, cómo ya nada ni nadie puede privar a esta marea de hacer oír su voz.

El cuestionamiento sobre “lo normal” está cada vez más presente y es gracias a esta revolución. No existen parámetros para tener una identidad; día a día se va perdiendo el estereotipo de lo que corresponde para cada género, y aunque el viaje sea lento, la igualdad radical ya no se considera como una utopía.

El feminismo no es moda, nosotras no somos moda, porque cuando se piensa en la moda imaginamos instantáneamente algo efímero, pasajero; pero cuando uno piensa en feminismo, sólo puede pensar en progreso y libertad.